Muchas historias se cuentan sobre cafés, bares…aquí a las personas que atienden las mesas les llamamos mozos, por lo tanto a las mujeres mozas. Éste relato se refiere a una de esas ‘aventuras’ que solemos escuchar.
ENLACELlegaba siempre a tomarse un cortado a eso de las once de la mañana y esperaba a que ella se acercara a atenderlo. La rutina también era la de siempre: una sonrisa, el buenos días, el cómo estás, y la típica conversación acerca de lo que flota en el aire. Algo que nunca iba más allá de un minuto de su tiempo tras la barra del café.
¿Tengo algún arrullo?
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